Hola amigos:

Espeleo50, es un colectivo de espeleólogos con mucha experiencia y federados en la FME.

Somos ya un poco maduritos, pero todavía con ganas de guerra.

Ahora ya podéis seguir nuestras nuevas aventuras en este blog.

Un saludo,

Espeleo50 team


2.3.08

Bifronte - COVANEGRA

Bifronte
COVANEGRA
(17/3/2007)
Texto : Antonio G.C.

1. La Covanegra fue una de esas cuevas que visité cuando estaba comenzando con la speleo. En esa época salía con el SEII.
Muchos fines de semana veníamos a Santander, o al norte de Burgos, desde Madrid. El viaje era una aventura que comenzaba con más de 400 kilómetros de carreteras sin uno solo tramo de autovías ni similar.
Todo el tiempo adelantábamos camiones, muchos con trailer, en tránsito hacia Irun o el País Vasco. A veces teníamos que chillar al conductor de turno para que fuera más prudente. Para aprovechar bien el tiempo solíamos enlazar el viaje del viernes por la tarde con la entrada en una cueva, saliendo, ya por la tarde, el sábado. La noche del sábado, se "dormía" o se iba de juerga nocturna. Los amigos de aquel periodo de enloquecida actividad conservan su juvenil locura (drogas, sexo & rock and roll) en dosis suficiente para reunirnos en Soncillo, el sábado 17 de marzo del 2007, a practicar espeleo. Quien no haya conocido aquella época no puede sospechar que todas las actuales movidas no son más que la sombra de aquellos días. Como el tufillo que deja una buena cagada en una salita cerrada de una cueva. Espeleo & Desmadre.

La primera opción que se esgrimió sobre nosotros, la Cueva del Piscarciano, se descarto por ser un lodazal en esta época del año. Especial para adictos al sublime reboce total y absoluto. Pero no era el caso de los asistentes. Al menos no de todos. Covanegra fue la segunda opción. El trasiego de emilios no consiguió que todos los compas, algunos muy esperados, hiciesen acto de presencia en Soncillo. Fue muy frustante, pero en este mundo ZP todos andan jodidos de tiempo. Un mundo rosa eléctrico que viaja a velocidades translumínicas. De cualquier forma el viernes a las diez de la noche estábamos en el Molino de Luna (Soncillo) tomándonos la primera de las cervezas de la noche servida directamente de un barril que a los efectos era el protagonista de todos los equipajes. Allí andábamos Félix, Zaca, Perico, Chicha y yo mismo. Al cabo de un rato llegaron Miky, Antonio II y Félix II.

La noche del viernes no deje pasar una oportunidad bifronte. Estuve charlando con Chicha que no podía ocultar su latente deseo de hacer espeleo. Como la mosca a la miel. No deja de ser un hecho contundente que Chicha fuera el primer explorador de muchas simas del Macizo de Mortillano como la Procelosa, el Bloque, las Falsas Esperanzas, etc... por citar algunas que suenan a conocidas. Deseaba enterarse de todas las novedades en las grandes redes espeleológicas de Cantabria. En otro frente Félix nos vendía la moto de haber elegido Soncillo y Covanegra para nuestro encuentro. Le había preguntado, hacía ya un rato largo, como teniendo tales cuevas en Cantabria había elegido el Norte de Burgos para hacer espeleo; ¡si al menos hubiéramos entrado en Ojo Guareña! –le decía-. Pero Guareña es la cueva de más difícil acceso de toda España. En palabras de Félix Covanegra era la cueva ideal para las capacidades actuales de los participantes en el encuentro y además es una cueva muy bonita.

Teníamos dos habitaciones con 4+3 camas (una doble) y éramos ocho. Félix lo sabía mismamente desde el principio y esperaba que se formase alguna pareja de hecho para compartir la cama doble esa noche. Félix había escogido, como no, cama en el dormitorio con cuatro camas simples. El jolgorio y la rechifla crecían peligrosamente. Mientras un grupito jugaba al mus y le daba caña al alcohol, apareció por la agradable sala de estar el ama de la Casa Rural. Le comenté el tema de las camas en voz bien alta, para escarnio del responsable organizador, y conseguimos de inmediato otra habitación, con una sola cama, para esa noche –única en la que estaríamos durmiendo los ocho-. Félix nos acuso (sobre todo a mi) de ser unos exigentes elitistas por no querer compartir la cama (¿?). Ya no éramos unos verdaderos espeleologos dispuestos a cualquier incomodidad. Curioso.

2. Me fije en la calma cuando desperté. Era consistente. Había algo, o alguien, que la hacia crecer y que la cultivaba con esmero. Quizás las paredes del Molino de Luna la fabricaban. Tal vez el aire quieto, sólido y frío del exterior. Disfrute de la cama con intensidad. Era tiempo de nada, tiempo de nadie y, quizás, tiempo de nunca. El sol entraba a raudales por los ventanales, altos y apaisados como el paisaje que se veía a través de estos.
Acompañados por Miguel, el médico de Balmaseda que acababa de llegar para participar en la movida espeleológica, desayunamos todos juntos. Luego bajamos a preparar los trastos. Nos repartimos en dos coches (cinco+cuatro) y echamos todo en montón. En Cubillos del Rojo, a siete kilómetros de Soncillo, torcimos hacia el norte por una pista asfaltada y tomamos a la derecha en la primera desviación unos 500 metros más. Desde allí algunos se acordaban vagamente de la dirección de Covanegra, hacia una meseta plana y hacia el este. Metimos las coordenadas UTM en el GPS de Chicha y todo fue coser y cantar. Hubo que ayudar a ajustar el equipo a algunos compañeros, y algún carburero recalcitrante, que no se usaba desde hacía un año o más, tardó en abrirse. Elegimos dos cuerdas de 50, tres de 20 y una de 30. Aparte Miguel cargo, inútilmente, con otra de 50. También echamos chapas y mosquetones de diferentes procedencias y razas en revoltijo. Incluso alguna chapa recuperable de escalada. En menos de veinte minutos alcanzamos la boca de la sima. Para agilizar la subida decidimos instalar las dos cuerdas de 50 formando dos líneas independientes en el volado pozo de entrada.

Desde abajo de las cuerdas, y en mitad de la enorme Sala Niphargus, impacta a la mirada el chorro de luz que parece materializarse como una columna que sostuviese la bóveda. Las fotos en blanco y negro que hice la primera vez que estuve en la sima aún me recordaban esa columna de luz. Pero una cosa es recordarlo y otra verlo. La gran Sala Niphargus, de dimensiones: 120 por 40 metros es una de las mayores de la provincia de Burgos. El suelo está cubierto de bloques de gran tamaño desprendidos del techo, de cuyas paredes cuelgan numerosas formaciones. La amplitud de la boca de entrada permite el paso de la luz solar, lo que ha dado origen a cierta vegetación: helechos y musgos. A partir de aquí podemos dividir la cavidad en dos sectores que parten de la sala en sentidos opuestos. Un tramo de la galería marcha hacia Sudoeste y el otro, considerablemente más largo, en dirección Este.

Desde la Sala Niphargus me moví en dirección este para buscar los pozos ramposos e instalarlos. Encontré varios murciélagos durmiendo y una preciosa vista hacia la sala (y la luz) desde un laminador. Algunos metros más allá se perdía de vista la luz natural. Enseguida encontré el pozo ramposo y saqué una cuerda de veinte para comenzar. Desde un natural bajé a la cabecera y luego a un fraccionamiento y un volado de siete metros. Desde allí con otra cuerda de 30 a un natural instalé una zona ramposa y resbaladiza que nos llevo a la Sala de la Rampa. A continuación conseguimos continuar por un par de gateras que desembocaron en una amplia sala llena de corales, coladas, banderas y estalactitas variadas. La sala tenia varias ramificaciones que miramos de forma exhaustiva. Por una de las gateras que partían de la sala solo me atreví a pasar yo pero continuaba muy poco. La continuación estaba por allí pero no la encontramos. Volvimos a la Sala Niphargus y tomamos un refrigerio. Después de comer Perico se salió jumareando, seguido por Félix, Zaca y Miky. Mientras tanto me fui con Miguel, Chicha y Antonio II a mirar otra zona.

El otro gran sector de Covanegra es el que toma sentido Oeste, el contrario al de las exploraciones anteriores. El acceso desde la Sala Niphargus es difícil de localizar, pues el comienzo de la galería está obstruido en casi su totalidad por un gran caos de bloques con algunos desfondamientos tras el cual una especie de pasillo algo escondido, conduce a una galería descendente de grandes dimensiones. En esta zona aumenta considerablemente el volumen de las formaciones proliferando grandes columnas y coladas. Al pie de la mayor de estas columnas, que divide en dos a la galería, se abre en la parte izquierda, un pequeño paso con agua tras el cual la galería sigue con iguales características. Nosotros pudimos eludir este paso acuático instalando una rampa de unos diez metros que nos llevo de forma paralela al mismo punto de la cavidad. La continuación de la cueva está marcada por una gran colada ascendente y, por otra parte, por una serie de galerías a un nivel inferior que más allá vuelven a conectar con la colada aludida (que es descendente en el final del sector). No visitamos unos pozos que hay al final de esta zona.

Félix tenía razón, la cueva es muy bonita. A la vuelta nos encontramos con Miky luchando con el fraccionamiento del volado de la Sala Niphargus en el que tuvo un problema con el nudo y el croll. Antonio II subió por la vía paralela y le ayudo. En la superficie la luz anaranjada del atardecer bañaba los escarpes del Dulla unos kilómetros más al norte. Volvimos hacia los coches con algo de frío, caminando con suavidad por el páramo lleno de arbustos. Decidimos cenar con la comida que habíamos traído o mejor dicho que habían traído, porque yo apenas había traído comida. Aproveche para darme una ducha hirviente. Durante la cena surgió como monotema los temas políticos. Mejor callar. Me fui a la vez que Miguel, cada uno hacia su "Comunidad Autónoma", con un buen sabor de boca. Y con proyectos de próximas actividades espeleológicas.

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