Hola amigos:

Espeleo50, es un colectivo de espeleólogos con mucha experiencia y federados en la FME.

Somos ya un poco maduritos, pero todavía con ganas de guerra.

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Espeleo50 team


23.11.09

Sur - Sima de la Higuera

(8/11/2009)
Una noche de la semana anterior fui a casa de Lola a llevarle unas revistas y conocí a su hermana Raquel. En plena euforia de sobremesa y hablando de la próxima incursión a la Sima de la Higuera y del grupo que íbamos a entrar le solté a Raquel, como si nada, si le apetecería venir a una cueva el fds y se apuntó, sin pensárselo, a la idea. El único problema que surgía en el horizonte era que no había tocado una cuerda de espeleología ni de escalada en toda su vida. Y además no hacía deporte desde catorce años atrás... Me imaginé que se desinflaría a lo largo de los días venideros en cuanto le dieran detalles de lo que significa bajar y subir una sima. Pero nos equivocamos totalmente con Raquel. Joaquín le había dicho a Lola que diese un minicursillo a Raquel en el rocódromo casero, y recolecto material para equipar a las dos hermanas; pero en la indecible vorágine de la semana laboral no tuvieron tiempo -ni ganas- de realizar aprendizajes deportivos. Esta era la situación a las once de la mañana del domingo: Joaquín esta en el veterinario para que recosan a su perra -operada hace días y descosida la noche anterior-, Raquel sigue sin tener ni zorra idea de lo que es un mosquetón o una cuerda y su hermana Lola está en casa un montón de nerviosa. Felizmente yo he dejado de preocuparme por este asunto confiando en que algún duendecillo resuelva la situación; pero Joaquín me confiesa que ha tenido la noche anterior una pesadilla. De cualquier forma, montados en el coche de Joaquín, los cuatro nos deslizamos suavemente por el hermoso paisaje de Yéchar. Justo llegar al cementerio de Pliego y la furgoneta del grupo de Madrid apareció por la carreterilla en lontananza. De golpe un torbellino: Raquel y Lola formando el ojo de un ciclón cuyas nubes son casi todos los machos que hay en el lugar. Posiblemente los muertos del cementerio también se han levantado de sus tumbas al oír el follón que se organiza. Me disponía a hacer las presentaciones pero nadie las necesitó. Se presentaron abalanzándose unos sobre otros.Durante los preparativos el chirrido de la falta de experiencia de Raquel comenzó a subir de volumen. Ya no me podía escaquear... Raquel quiere entrar en la cueva con un clavel sobre su oreja derecha. Zaca me lanzo una mirada seria mientras me hacía algunas preguntas sobre la situación. Yo estaba esquivando el asunto bastante bien. No tenía ningún plan en la cabeza... creo que esperaba una solución llovida del cielo. Nos llevamos una cuerda de 40 por si acaso... por si acaso nada. Cuando abrimos la cancela de la sima la realidad cayo sobre nosotros como una pesada losa. Raquel no iba a poder bajar los fraccionamientos. Zaca sugirió la genial idea de descender a Raquel con un ocho o un dinámico y me agarre a ella como un desesperado. Realmente en esta sima no había problema para hacerlo. Tiene buenas repisas que dividen la bajada en tres sectores de menos de 40 metros. Incluso de menos de 20. Llevar a la práctica la idea no nos costo ningún esfuerzo, salvo desliar de vez en cuando las cuerdas, y en poco tiempo estábamos abajo. Para más tarde quedaba el asunto de ascenderla. El inicio de la experiencia espeleológica de Raquel había sido poco ortodoxo pero su continuación iba a serlo menos todavía. Comencé haciendo algunas fotos en las que la utilicé como figura femenina en medio de la extraña naturaleza. Pepe, Antonio y Hugo habían desaparecido atraídos por los catadióptricos que llevaban a la Sala del Paraíso. No me extraño su ansiedad. Un cartel bien visible daba instrucciones precisas respecto a los cuidados necesarios para proteger la cueva. De inmediato Raquel y Lola se saltaron una de las normas: no fumar. Intenté convencerlas de que no lo hiciesen pero no encontré la manera adecuada de convencer a unas chicas tan fuertes. Sin embargo no me enfadé. Al fin y al cabo un poco de humo no iba a conseguir destrozar la cueva ni una milésima parte de lo que lo hace un pisotón en las arenas cristalinas de color blanco crema, ni tampoco lo que destruye un manotón sobre los corales que tapizan las paredes. Los catadióptricos cilíndricos de dos centímetros de largo y cuatro milímetros de diámetro que jalonan la ruta fueron todo un descubrimiento. La gran ventaja de estos chismes es que se ven por igual desde 360º a su alrededor. Bueno para la ida y bueno para la vuelta. Ya habíamos pasado varias gateras retorcidas y nos tocaba la famosa gatera cuya desobstrucción condujo hace unos años al descubrimiento de la Sala del Paraíso. Primero pase yo. Instruí a Zaca para que tuviera cuidado con el pequeño desfonde que sucede a la gatera. Hay que evitar salir de forma descontrolada si no quieres caer de cabeza o de espaldas, dependiendo de la elección. Zaca instruyo a Lola. Y luego Lola siguió avanzando conmigo y con Zaca. El hecho fue que Zaca no instruyo a Joaquín en el delicado paso pues era un tío. Pero... ocurrió que Joaquín era en realidad Raquel. Oímos el batacazo desde unos metros más adelante. Mi primer pensamiento fue hacer un cálculo de los posibles daños. Me recorrió un escalofrío. La chica estaba sentada y hablaba de forma coherente. Después de un rato vimos con alivio que no tenía nada roto. Avanzamos un poco más hasta el lago y dejamos que se recuperase y que decidiese si quería continuar o salir ya. Joaquín y Zaca fueron a buscar al resto del grupo para conseguir una pastilla de ibuprofeno -que suele llevar Antonio-. Contra todo pronóstico la aguerrida Raquel decidió seguir adelante pese a todos los hematomas y porrazos -cadera, muslo, codo... - Hicimos el paso del lago limpiamente con mucha agilidad y nos encontramos de frente con algunos que volvían. Poco después nos reuníamos todos en la Sala del Paraíso. La continuación fue deliciosa. Hicimos muchas fotos, disfrutamos del paisaje subterráneo, comimos en un cruce con arena blanca, hablamos de la conservación de las cuevas, algun@s fumaron, otros les criticaron y vimos otra sala tan bonita como la del Paraíso. Pero lo más divertido fue la guerra dialéctica que estallo entre Zaca y Raquel: dos titanes de la invectiva. En algún momento pareció que la guerra iba a terminar a palos...La logística acordada para salir de la sima fue la siguiente: Primero saldría Antonio seguido de Lola, y de Joaquín supervisando a Lola. Luego saldrían Pepe y Zaca, que montarían con una polea y un puño un sistema de ascenso para Raquel. Raquel escalaría en la medida de lo posible los pozos (por suerte son muy escalonados) Finalmente Hugo y yo seguiríamos a Raquel ayudando y supervisando. En mucho menos tiempo del que esperábamos todos nos encontrábamos fuera. La noche era primaveral y con los focos de leds tuvimos pocos problemas para descender y seguir la senda. Pocos, pero no ninguno... Raquel tuvo algún resbalón y le entró una flojera cuando ya estábamos cerca de los coches. Y Lola piso una piedra en el camino y se torció un tobillo. Vamos, que si el padre de las dos chicas llega a estar por allí nos hace picadillo. De cualquier forma el grupo 8 se sentía muy unido. Después de cambiarnos junto al acogedor cementerio de Pliego y de dejar las llaves de la sima en el lugar debido, Lola nos sugirió para cenar el restaurante El Niño de Mula.Entramos prácticamente al asalto en el restaurante. Había tres o cuatro mesas ocupadas pero curiosamente una mesa redonda para ocho comensales estaba preparada como si hubieran estado esperándonos. El servicio era rápido como el rayo. Dicho claramente: nos pusimos ciegos de ricos platos. Los pobreticos madrileños tuvieron la enorme suerte de conocer de primera mano y en un sitio excelente la comida murciana. Jamás olvidarán esos sabores y hasta es posible que les obsesione el recuerdo del Sur... Raquel nos aseguró que había encontrado el deporte de su vida o su deporte. Nos dejo a todos alucinando. Incluso se hablo de las próximas cuevas a las que podría entrar: el Solins y la Cueva del Gigante en Cala Estrella. De cualquier forma en Navidades volveremos a tomar el pulso de esta insólita espeleóloga en ciernes. Que me aspen si es verdad que sigue haciendo espeleo...


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